miércoles, 17 de octubre de 2018

POST-SCRIPTUM

POST-SCRIPTUM


Los días que siguieron están asentados en el Libro Gris de la Ultima Tribu.
La ciudad había perdido a sus mejores hijos, inocentes habían muerto y no sólo por la acción del Vano Emperador, sino por la mezquindad, el egoísmo y la intemperancia. ¿Vale la pena hacer algún comentario sobre los ya consabidos “arrepentidos”? Desde entonces, la sociedad permanecía en un equilibrio inestable.
El poder civil había sido reestablecido y regían nuevas instituciones: la Asamblea Popular, órgano legislativo y soberano; el Triunvirato, administrativo delegado de la Asamblea y el Tribunado, encargado de administrar justicia. 
Comenzaba otra historia, que no es intención de este cronista relatar con amplitud.
La Asamblea se había impuesto dos prioridades. La primera, consolidar la voluntad de la polis. Luego, reconstruir la infraestructura básica de los servicios públicos.

Una paz bélica venía a ocupar el lugar de la tristeza. La inquietud y un temor soterrado no iban a abandonar jamás el ser de Buenos Aires. Grupos permanentes de vigilancia aparecieron en los barrios, día y noche, sin descanso. Antenas y radares llenaron los cielos. En los conductos subterráneos fueron instalados sonares y otros aparatos de alerta temprana. La sombra ominosa de los "acontecimientos" continuaría oscureciendo la vida de todos los días. 

Con respecto a la Fratría es importante señalar que volvería a reunirse con la intención que la animó desde el inicio: transfigurar la realidad por la doble vía del Amor y el Compromiso, aunque sin la urgente premisa de resistir y presentar batalla.
De tanto en tanto, el bar de Jacinto -pese a que el querido Gallego había muerto de muerte natural- sería el ámbito de encuentro para recordar el Tiempo de la Negrura.
De los sobrevivientes del círculo, sólo Daniel Vizzini, Daniel Mavied y Oscar de la Calle siguieron encontrándose asiduamente, con más agitación que nostalgia, conscientes del perpetuo peligro, unidos también por una amistad más sencilla y terrestre. Cada vez más olvidada, la Fratría, reunida en la sede de Villa Ortúzar confeccionó una última proclama -un crepuscular día de diciembre- a modo de despedida. 

En lo sustantivo, el documento manifestaba lo siguiente: "...bien lejos está de nosotros reclamar lugar honor alguno. No tuvimos como modelo al guerrero victorioso, recibido entre salvas y el delirio popular, al que se le erigen monumentos, coronada su frente por la gloria efímera. Nuestro modelo fue el ciudadano. Ciudadanos en armas que fuimos, arrojados a la lucha, regresamos a nuestras tareas diarias, ratificando nuestro compromiso con la sacralidad de toda vida, la ley del Amor que reina en el cosmos y la ley humana que rige la ciudad”.
Era el canto del cisne de la tribu en extinción.

Un teatro enorme y diáfano, el Parque Avellaneda, recibió, en las semanas venideras, las cenizas de los hermanos caídos: el noble Telmo Goytía, el hondo Juan de Asúa, el sencillo Santiago Vélez, el germinativo M. Ispro, el arrojado Pedro Abella, almas generosas que renunciaron al laberinto de la placidez sin hondura.
La ceremonia sucedió en un fresco amanecer, donde concurrí casi desencarnado.
Junto a ellos, decenas de miles -ya árboles, piedra, tierra, viento- fulguran para siempre.             

                                                                          Laus deo et agno. Explicit.




Glosario


Laus deo et agno (lat.): gracias a Dios y al Cordero. 
Explicit (lat.): ha sido desarrollado.



                              

CUADERNO DE INSOMNIO - XII. CONSUMACIÓN DEL CÍRCULO

XII. CONSUMACIÓN DEL CÍRCULO

Las gotas de fluorescencia amarilla conducían hacia el cráter aún abierto en el Parque Lezama. Trataba de refugiarse en el mundo subterráneo, el reino del sol apagado y los humores viscosos.
No pudiendo vencer al Hombre Primordial, intentaba regresar a su desierto y esperar otros mil años para tratar de adueñarse del Mundo. Sin embargo, las puertas del gehena estaban selladas. ¿Dónde iría ahora que el ejército de la noche había sido vencido?

El 31 de diciembre, el Comandante Segundo, desde el cuartel de Villa Crespo, movió sus fuerzas, en lo que constituía el inicio de la segunda y definitiva etapa de la contraofensiva  Vehículos ideados y construidos por el Matemático, debían detectar y barrer de uno de los túneles pluviales a los últimos demonios sobrevivientes. La red subyacente abarcaba, según el último dato disponible (1996), unos 7 km.
Las tres Cloacas Máximas habían sido despejadas, al igual que los principales colectores, por la acción de las patrullas de zapadores y de los Consejos de Defensa BarrialesEl tramo en cuestión, de 4 kilómetros de longitud, tenía un diámetro de 7 metros y se encontraba a 12 de profundidad. Partía de Boedo y Chiclana y llegaba hasta Caseros y Tacuarí, próximo al recorrido del Aqueronte.    
Unidades de rastreo -vehículos anfibios portantes de sonar y radar y armados con ametralladoras pesadas y lanzadores múltiples, iniciaron la búsqueda de los últimos engendros. La tarea de “barrido” duró todo el verano. El otoño llegaría pronto y se repetiría el ciclo de acumulación de energía por parte del Oscuro, creando las condiciones para una nueva partenogénesis. 
Carlos Távola, por su lado, proseguía la búsqueda, sin interrupciones, con resultados negativos. A dos meses del equinoccio otoñal, el Directorio procedió a reemplazarlo. Jorge Gamarra, ocuparía el lugar de un agotado Trovador. 
A medida que la irrupción del Oscuro iba ganando terreno, la iluminación pública se iría apagando en forma inversamente proporcional. Sólo hospitales y asilos tenían el beneficio de la energía eléctrica y en forma condicional. Los centros de rastreo distribuidos en todas las zonas eran alimentados con equipos autónomos.

Hechos que podría definir, sin titubear, de pasmosos, ocurrieron en esas jornadas. 
Luego de una reunión plenaria en Villa Luro el 17 de febrero, el Directorio se dirigió a toda velocidad hacia el Centro Electrónico de Comunicaciones, a fin de confirmar ciertas señales capturadas por el radar de Avenida de Mayo. Después de cumplir con los requisitos del antiseguimiento, pudimos comprobar, al llegar a la intersección de Juan B. Justo y Nazca, que un intensísimo resplandor se acercaba a la camioneta que nos transportaba. Como una tromba, la bola de luz se nos vino encima, inundó de fulgor el vehículo y partió hacia el infinito. Emitiendo destellos en esas profundas tinieblas que envolvían la metrópolis, percibimos con nitidez la presencia del Errante.
Cuando arribamos al CEC, el Chino Araniya informó que los rastreadores habían captado el portento, producido diez minutos antes, a las 23.10.

Al alba, un astrofísico y un astrónomo convocados de urgencia, con el sustento de los datos registrados en la computadora central, confirmaron la idea de Daniel Mavied: una puerta se había abierto en el tiempo. 
¡Por allí transitaba nuestro amigo Ezequiel Elías, El Errante, atravesando las edades, las civilizaciones y los azares de la Historia, sin conocer reposo desde que observara, impávido y ajeno, la crucifixión de Cristo! 
La Providencia no le había deparado más que un peregrinar sin fin, circular, cíclico, incesante, penoso, signado por el Árbol de la VidaIncreíble ritornelo en la sinfonía que el Tremendo Compositor había concebido para un solista impar. Señor de sí mismo, se rehusaría, a lo largo de las centurias, a levantarse contra el Juez terrible instigado por el SoberbioSin queja, aceptaba la interminable expiación, hasta que el mismo Dictaminador volviese, clausurando los tiempos.

Despegando del asombro, los esfuerzos se concentraron en hallar al ProscriptoLos mejores guerreros de la Resistencia se abocaron al seguimiento. Sería, tal vez, el último desvelo, antes de la plenitud entrevista por El Errante, una nueva Edad de Oro, donde no existiría dolor ni temores. Él indicaría -una vez más- el itinerario a seguir, cuando a tres días de trascurrida su aparición, una lluvia de meteoritos trasladó la orientación de los rastreadores hacia las aguas del Riachuelo. Precisamente en la desembocadura de la Cloaca de 1890, llamada así por el año de construcción, a la altura de Pompeya, se encontraba el Arconte, ya mutado en larva.

Un destemplado 5 de marzo de 2001, a las tres de la tarde, Mateo Soler, procedió, por mandato del Comandante Segundo, a la culminación del círculo, serie de operaciones espirituales y simbólicas, de raíz cabalística y alquímica.
La participación de los miembros sobrevivientes de la Fratellanza era imprescindible, bajo riesgo de que la Serpiente recobrase el ánima debilitada. 
El primer paso consistió en la operatio naturae, elaboración mental colectiva del mandala del Sacrificio. Con Cristo en el centro mismo y en un segundo círculo, de adentro hacia afuera, los maestros de vida Job y El Errante, el mandala contenía en un tercer anillo, a los cuatro evangelistas representados por un león, un toro, un águila y un hombre.  Más alejados del centro, doce profetas y sucesivamente, doce soles místicos, doce corazones en llamas y doce vasos sagrados, hasta completar siete círculos. El siguiente momento, lo constituyó la disolutio, el proceso la regresión del Maligno al estado caótico original, previa inmersión en aqua ardens, obra ejecutada bajo la advocación de los cuatro arcángeles, repitiendo la vieja sentencia:
Terra enius est mater elementorum, de terra procedunt et ad terram revertuntur
la tierra es la madre de los elementos, de la tierra procedes y a ella regresarás

Ahora bien, cuando se obtuvo la total disgregación del tronco de la Bestia -compuesto informe de detritus verdusco brillando en las penumbras- se procedió a destruir su cabeza de tres rostros, arrancando cuernos y ojos y fundiendo las partes en el ignis innaturalis, etapa que recibe el nombre de calcinatio.  A continuación, se cumplió el descensus ad inferos, fase paradojal por su lobreguez y trascendencia.

En estado de unión mística, los Fratelli debíamos bajar a las profundidades abisales, contemplando con la ayuda del gran poeta Leopoldo, las tinieblas del Hades y la carencia sin fin de los condenados.  
Descendiendo en espiral en la nave Umbra Solis llegamos al núcleo de la nocturnal travesía: el lago congelado del gehena, donde la llama traslúcida y helada, fuente de ausencia y naúsea, impera. Una vez que tocamos fondo, comenzamos la subida, para la que se debe saber perseverar. Pocos instantes atrás, la situación se asemejaba a la del miércoles de ceniza, cuando se rinde cuentas ante sí mismo y ante Dios. Oscuridad mortal. Suspensión de la conciencia. Miedo a no-ser. 
Al fin, habiendo embarcado en el navío solar, llegó la ascensión, la iluminación después de la oscuridad, la salida del sol después de las tinieblas. El esplendor del Dios. ¡Bienaventurados aquellos que beben en el manantial de agua viva y pueden contemplar la luz inextinguible del Amor, la Verdad y la Belleza!

No sólo los Fratelli. La ciudad había experimentado un nuevo nacimiento.
El círculo se había consumado. Y con él, la misión de la Hermandad.                                                                                                                                          
Oscar de la Calle   en el Año del Señor de 2001



Glosario

Arbol de la Vida: en sentido figurado, la cruz cristiana.
Tremendo Compositor, Juez Terrible, el Dictaminador: algunos de los nombres que los Fratelli le daban a Dios.
Operatio naturae (lat.): operación natural. Era la menos natural de las prácticas mentales dada la dificultad para ‘ajustar’ las distintas energéticas individuales en un haz.
Mandala (sáns.): círculo mágico. Es un dibujo de caracteres geométricos, compuestos por un círculo y un cuadrado a partir de un centro, probablemente de naturaleza onírica. Se utiliza en meditación. El Mandala del Sacrificio surge en condiciones especialísimas, luego de un período de penitencia y oración.Disolutio (lat.): disolución. Etapa que principia la destrucción definitiva del Mal. El Difamador naufraga, está a punto de ahogarse. Trata de apresar al Sol. El Caos lo envuelve. La disolución es la solución del eterno conflicto.
Aqua ardens (lat.): agua ardiente. Elemento derivado del estaño, metal emblemático de lo sublime y elevado.
Ignis innaturalis (lat.): fuego natural. Es una luz que no quema. Brota del corazón y se dirige a la inteligencia superior.
Calcinatio (lat.): calcinación. Etapa de purificación por el fuego.
Descensus ad inferos (lat.): descenso a los infiernos. Travesía nocturna por las aguas elementales. Regresión transitoria a lo indiferenciado y sin forma. Comporta una suerte de descomposición, es decir, de muerte. La emersión de estas aguas implica una regeneración, un ‘nuevo nacimiento’.
Umbra solis (lat.): sombra del sol. Aunque no es el sol sino su penumbra, no se concibe sin él. Traduce un estado pasajero de opacidad en camino hacia otro de transparencia.

CUADERNO DE INSOMNIO - XI. DÍAS DE IRA

XI. DÍAS DE IRA

El más dispuesto a llevar adelante el operativo de aniquilamiento sin ningún tipo de demora era Pedro Abella, con quien alguna vez compartimos sin saberlo -hace mucho y por unos pocos meses- proyectos políticos y sociales bajo la forma de una convergencia de fuerzas populares.  Ahora Comandante Tercero, Pedro siempre fue un militante aguerrido, proclive a la acción directa, realista hasta el tuétano, con grandes conocimientos históricos, producto, por un lado, de una antigua formación de cuadro maoísta, y por otro, de su carácter impulsivo.
Su axioma preferido: la vida es lucha, luchar es vivir. Tácticas preferidas: avanzar en oleadas; dar rodeos cuando es el enemigo el que persigue; concentrar fuerzas cuanto más adversas sean las circunstancias.

Daniel Vizzini, el Comandante Segundo, no estaba de acuerdo con el apresuramiento.
Insistió -con bastante vehemencia- que se debía planificar la contraofensiva hasta en sus mínimos detalles. Por sus características, el operativo planteaba varios problemas de índole técnica y humana (nunca mejor puesto el adjetivo).
Nos dio tres horas para resolverlos. Las opciones deberían  presentarse por escrito.
De los aspectos técnicos, se encargarían Daniel Mavied y Carlos Távola. Pedro Abella y Jorge Gamarra se abocarían a los recursos humanos
En  otras palabras, la búsqueda de los mejores combatientes de la ciudad. 
A Mateo Soler y a este cronista se nos encargó elaborar una estrategia alternativa en caso de una nueva derrota. Era notorio que había cambiado las especializaciones de cada uno de los miembros de la Fratría. 
Las tres comisiones desembocarían en un Plenario Decisorio, instancia concebida en el Estatuto para los casos extremos y que implicaba que sólo podía aprobarse una medida de tan vastos alcances con el consentimiento unánime de la totalidad de los Fratelli. 

Acta-Declaración

“En el séptimo día del mes de enero del nuevo milenio, reunido en Plenario Decisorio, teniendo como escenario una gravísima situación imperante, el Directorio del Movimiento de Liberación ha resuelto aprobar:
En primer lugar, una Contraofensiva Integral, en dos etapas, con plena utilización de todos los recursos y medios disponibles.
En segundo término, un Programa Básico de Masas, profundización de la Movilización Política para la Guerra de Resistencia, bajo la consigna “todo el poder al pueblo”, a fin de ser aplicado en lo inmediato, independientemente de los resultados militares. El Programa impulsa la constitución de gobiernos autoorganizados en las zonas liberadas.
En tercer instancia, un Plan Alternativo, que contemple las etapas del repliegue ordenado hacia la zona del Delta ”.  

Desde algún lugar de la ciudad, el acta-declaración se distribuyó a los capitanes.
Junto con ella, los documentos ampliatorios del plan militar.
Al mismo tiempo, la cadena informativa radial -integrada por nueve emisoras de baja potencia y el Centro de Comunicaciones Electrónicas- difundió un mensaje del Comandante, llamando a cumplir estrictamente las instrucciones de los Consejos de Defensa Barriales  (CDB).

¿Y el Príncipe de las Tinieblas? Por la sección Epsilon de la red de inteligencia en territorio ocupado, sabíamos de su permanencia en la Torre de Humedad, en la temible Región Fronteriza, muy cerca de las dársenas.
Custodiado por una guardia pretoriana integrada por 500 demonios decuriones, en el primer anillo; 5000 demonios-milites en un segundo círculo y 1500 biothanati y vykrolakas en el anillo externo, meditaba sus próximos pasos.  

“Negrura entre las negruras, el caos era su padre, la luna su matriz y la tierra de los cementerios su alimento”, había profetizado el poeta irlandés Thomas Flaganny en el siglo XV. Criado en el vientre del viento, llevaba y traía la sombra del Sol por el cielo de la urbe, acumulando, a manera de condensador, energía abisal.
En esa zona, las siniestras fluorescencias hacían bailar a perros lúbricos, mientras se concretaban uniones monstruosas entre vykrolakas y prisioneras, bajo un cielo alucinatorio, siempre en coincidencia con los testimonios que Epsilón reunió en aquellas jornadas.
La vigilancia de biothani y hombres-demonios se extendía durante todo el día, aunque la luz del sol dañaba su sistema inmunitario.
De ellos tenía que dar cuenta la compañía de Cazadores regida por el capitán Facundo: 337 guerreros entre combatientes, milicianos y auxiliares, cinco vehículos blindados y un anfibio, con el respaldo de una sección de las FEI.
Podrían parecer muchos, pero la Región englobaba unas diez manzanas, cerca de la Usina II. Sin dudas, golpear la Torre de Humedad era golpear el corazón de la invasión. Pedro Abella estaba dispuesto a llegar hasta el antro, si era necesario solo o acaudillando una oleada de fieles seguidores, dispuestos a inmolarse en nombre de los caídos. Con virulencia y furia desmedida, el Hombre de Cromagnon como apodaban al Comandante Tercero desde la "primavera" del ‘73, buscaba vengar a los víctimas de la invasión. Un mal vestigio de otra época, comprensible, sí, pero no adecuado a la fase crítica a la que la ciudad estaba sometida.  

Al tiempo que se acercaban horas decisivas, preludiaba la ejecución de un inédito plan general de defensa. Comprendía las zonas liberadas de la  ciudad (un 75 % del territorio) bajo la tutela de un cuadrunvirato elegido entre doce capitanes.
El día 30 del último mes del año principió la contraofensiva al mando del Comandante TerceroDesde el puesto ubicado en Plaza San Martín coordinaba los grandes movimientos de tres columnas principales y una secundaria, agrupadas bajo la designación de Columna Sur
Su plan de oleadas humanas, al mejor estilo vietnamita, había roto las primeras líneas enemigas. Más de cinco mil hombres y mujeres tomaban parte del dispositivo que se había iniciado a las 6 de la mañana.
Pronto, las falanges del Adversario se replegaron hacia la última línea defensiva de la Región Fronteriza, donde cazadores e infantes libraban feroces combates desde las 05.40, con la misión de aniquilar al triple “cinturón” de acero que rodeaba al Oscuro.

Próximo al amanecer, acaeció un eclipse de luna. Con este fenómeno anómalo, los invasores habían recobrado una robustez pasajera. El astro, recubierto de un manto púrpura dejaba escapar destellos mefíticos, mientras un viento cargado de agua azotaba los techos. Proveniente del río, la corriente fría arrastraba aguijones de escarcha. 
Los combatientes de la Columna Sur daban señales de pesadez en sus movimientos.
La tierra se congelaba segundo a segundo. Tan pronto la oscuridad cedió, los rincones luminosos de la mañana se filtraron entre edificios. Los deformes  volvieron a debilitarse. Cuando el reloj daban las 11.30, el balance parcial de la batalla era desfavorable a las LegionesLas consecuencias, a todas luces, daban vuelta los planes del Dictador Negro.  

De improviso, el cielo enrojeció. Un lago de sangre helada manó de la Torre de Humedad, iluminando el contorno neogótico. Los altos muros de granito que acunaban al Maligno cayeron. Su figura espectral, había crecido por lo menos cinco veces de tamaño desde la epifanía en el Parque. Cadáveres de demonios-milites y decuriones, junto a plátanos arrancados de cuajo, adoquines y vehículos incendiados fueron arrojados a la dársena. ¿Cómo expresar con palabras lo que ocurrió entonces? Frente al portento, la lengua es un instrumento rudimentario, casi irrelevante. 

El furibundo Animal, portador de todos los males, inició una serie de transformaciones. Fue Argon, el guardián de trescientos ojos; también Hybris, el dragón sin alas, después Azoth, el vulcano de las grutas mediterráneas; más tarde se convirtió en chacal etíope, siendo sucesivamente bestiis -el gato infernal-, Baco, datura, luna creciente, andrógino, llama de fuego azul, luz fría, sombra de Dios, Leviatán, escorpión. Sus tres caras miraban al norte, región de muerte y decadencia.
Un vaho pestilente salía de las llagas y el sudor envenenado provocaba alucinaciones.  La ciudad avistaba en un rojo sol gigantesco, la cara de Abbadón estampada como una calcomanía grotesca, ora riente, ora suplicante.

“Yo soy el Divino Maestro. Quienes me sigan conocerán la Triple Corona del reinado de Saturno. ¡Ábranse puertas de la Oscuridad! La Luna perfecta, la Estrella Dorada, el Rey del Mundo los espera. Habitantes de la Nueva Babel: soy el Gran Proscripto, el Hijo caído y condenado por un Padre injusto y cruel. Los invito a la Rebelión Perpetua, a la Verdadera Iluminación, a la salvación por el pecado!”, proferiría atronando el aire. Cielo y tierra palidecieron. La atmósfera sulfurosa se propagaba velozmente. El torso desmedido se hinchó hasta explotar. Ya se había hecho mediodía, hora propicia a Satán.

Sorprendiendo a propios y extraños, Pedro Abella, almenado por un pelotón de avanzada, se puso a tiro del Gigante, aferró con fuerza un lanzacohetes, desprendió el seguro y pulsó el gatillo. El proyectil de acero con cabeza de bronce voló, estrellándose en el abdomen de la Bestia, atravesándola de lado a lado sin estallar. Malherida, lanzó un grito más poderoso que cien truenos. Girando sobre sí, descargó esferas llameantes hacia las cuatro direcciones. Una de los bólidos impactó en el propio tirador, quien se derrumbó en pocos segundos. Silencio mortal.

Un manto de sombra cubrió el sol durante seis minutos. Al final del eclipse, cargado de electricidad, el aire pernicioso se concentró en el emplazamiento. En ese lapso, las tropas de la Columna Sur, FEI y Cazadores, acometieron las posiciones de las Legiones, librando combates cuerpo a cuerpo con toda especie de demonios, que huyeron internándose en el extenso sistema de desagües cloacales.
Una vez rescatado el cuerpo sin vida del Comandante Tercero, estrecharon el cerco sobre los restos de las Legiones y rociaron con lanzallamas el reducto de los decuriones, dando término a la primera etapa de la contraofensiva áurea.  
Carlos Távola había asumido la dirección de la Columna SurSu misión era perseguir al Mórbido y encerrarlo en el círculo de luz, antes del solsticio de invierno.


Glosario

Sección Epsilón: grupo de inteligencia detrás de las líneas enemigas, integrado por mujeres. Generaron el primer foco de rebelión en territorio ocupado. Fueron capturadas y asesinadas en la madrugada del 14 de mayo, horas antes del inicio de la ofensiva final.
Torre de humedad: construcción cilíndrica asentada sobre suelo arcilloso, rodeada de foso. Medía 50 metros de alto y 10 de ancho. Fue construida en menos de una semana por un manipulo (tres centurias).
Región fronteriza: no existen referencias confiables de esta frontera, llamada así por Oscar de la Calle. Las anotaciones del cronista -en este punto- son notoriamente imprecisas.   
Milites: los demonios milites actuaban en la primera línea de los combates cumpliendo el papel de tropa de infantería.
Thomas Flaganny (1459-1492):poeta irlandés, autor del Tractatum Tripartitus (I, Sophia; II, Kerigma; III, Hipóstasis).

LOS "PAPELES" DE OSCAR DE LA CALLE

LOS "PAPELES" DE OSCAR DE LA CALLE

Oscar de la Calle dio cuenta en el Cuaderno de los antecedentes y comienzos de la invasión, de su desarrollo posterior, del papel del Movimiento y de su líder natural -el Errante- durante el curso de la guerra de liberación y hasta el final de la Edad del Hierro (1999-2001).

El manuscrito -que guardo devotamente- me fue entregado por él mismo en estado de gracia, según sus propias palabras, cuando atravesaba el peor estadío de una extraña enfermedad. Octubre era el mes y el verdor resplandecía.

Escrito en su local de Felipe Vallese al 3100, entre los meses de abril y setiembre del 2001, está redactado a modo de relato, aunque también asoman crónicas, notas al pie de página, recopilaciones de escritos del Errante y materiales cuyo contenido me fue vedado comunicar.

A pesar de algunos saltos temporales, la historia guarda una gran fidelidad con lo sucedido y su contenido es revelador, en el más exacto sentido del término.

Leyendo y releyendo el texto, entendí con los años -y aclaro que otros no comparten esta opinión- que el Cuaderno de Insomnio, además de crónica sobre acontecimientos históricos, es la puerta arcana a otro conocimiento: el de los hechos, lugares y entes siniestros, el cono de sombras -el eclipse, diría Oscar- de aquello que denominamos “lo real’, el revés del mundo previsible que habitamos.




CUADERNOS DE INSOMNIO - X. CORONACIÓN

X. CORONACIÓN

La llegada de la primavera traería otra mala nueva con escenario en el cementerio del Oeste. Bajo un grávido cielo gris topo, la mano del Diablo añadía otra dosis de repugnancia. Cierta tarde, una patrulla de vigilancia, observó que algunos de los cuerpos de apestados resplandecían mientras esperaban su cremación.
Una investigación más exhaustiva determinó que estábamos ante ceremonias aberrrantes organizadas por cultores de Satán.
Sujetos a una resurrección demoníaca, volvían como vykrolakas, demonios que toman forma humana -a expensas de cadáveres- al conjuro de las páginas del Speculum Maleficorum, del satanista y alquimista germánico del siglo XIII, Heinrich Allatius. 
Según Mateo Soler, el extraordinario suceso ocurría cuando regían los días impuros, período entre el equinoccio de primavera y la Navidad en el cual las fuerzas del mal se realimentaban. 
Los hombres-demonios eran fácilmente detectables por su aspecto: pelo blanco, largas uñas, ojos inyectados, llagas purulentas, orificio en la nuca. Dormían en oquedades, sótanos, entretechos y bóvedas. Comían carroña. Y podían levitar y mutar.
Hacia mediados de octubre, la peste se llevó a Santiago Vélez, el mayor de la Ultima Tribu. Querible, retraído y humilde, nadie dudaba que era un personaje salido de alguna novela  de  Roberto Arlt. Trabajó desde chico en un taller. Fue electricista, técnico electrónico, vendedor de libros, pintor, ceramista, inventor, titiritero y ante todo, un bohemio sin remedio. 
Tras ese golpe del destino y antes que finalizara noviembre, M. Ispro, el Matemático agonizaba en su domicilio, víctima de una patología inexplicable.
Con él se fue un alma hecha a sí misma, laboriosa, reflexiva. Había nacido en un pueblo de Entre Ríos, un día de setiembre de 1957.
El peso plúmbeo del pesar doblegaba nuestras espaldas.
Como un mal sueño, el recuerdo del trienio ‘76-’79 apareció delante del Círculo. 
El Comandante Segundo decidió barajar y dar de nuevo.
La responsabilidad militar recayó en Pedro Abella, Mateo Soler y Carlos Távola.
De los aspectos logísticos, Inteligencia y Comunicaciones, se ocuparían Daniel Mavied y Jorge Gamarra.
A este cronista, sin dejar su labor específica, se le asignó organizar nuevas unidades de combatientes.
Las acciones se reiniciaron cerca de Navidad con una nueva ofensiva de la Legión sobre la Plaza de los Dos Congresos, siendo la avenida Rivadavia la yugular que apretaban los guerreros del Señor de la Muerte
El rumbo de la guerra de liberación pronto adquirió un sentido catastrófico para la CausaLa epidemia siguió avanzando, sin visos de aquietarse. Las condiciones sanitarias se deterioraron más rápido de lo previsto. El alimento y el agua tuvieron que ser racionados. La avanzada de los hombres-demonios detrás de nuestras filas ocasionó pocas muertes aunque un pánico indescriptible y el retraimiento de la sociedad civil. Fueron horas de abatimiento e inmenso dolor.
La víspera de Nochebuena se desató otra pestilencia, la de ánthrax, agente letal de la fallida guerra bacteriológica interhumana, rociada desde el aire por vykrolakas y trasmitidos por sus pelos infectados conteniendo esporas. 
Favorecidos por el frío húmedo del invierno y la ventosa primavera, el índice de replicación bacilar asombraba a los investigadores. La diseminación del bacillus anthracis, en su forma neumónica, causó centenares de muertes por hemorragia, insuficiencia respiratoria e intoxicación y secuelas en otras miles de personas.
El reinado de la oscuridad se aproximaba. 
La derrota, aparecía en el horizonte de manera casi irreversible.
Pasadas algunas horas el día de la Natividad del Señor, luego de haber roto las líneas del frente principal con el apoyo de varias Legiones, el Arconte Negro fue proclamado Señor del Mundo y Heosphoros de la ciudad. 
Rodeadas de demonios, biothanati, licántropos y vykrolakas, las oficiantes, poseídas, sin rastro alguno de su antigua condición humana, celebraron la solemne misa negra de entronización, ofrendando corazones de prisioneros al altar de Abaddón
A pocas horas de la culminación del milenio, Mateo Soler y Daniel Mavied presentaron al Comandante Segundo un plan de rápida aunque riesgosa ejecución, al que llamaron contraofensiva áurea. 
Aquella tarde, en el mayor de los secretos, mientras el diluvio volvía una y otra vez, expusieron ante la Fratría, lo que constituía una de las últimas esperanzas de la ResistenciaUna de las etapas consistía en infiltrar las líneas enemigas, llegar hasta el bunker enemigo, aniquilar su estado mayor -los demonios decuriones- y trazar el círculo de luz alrededor del Oscuro, arrojándolo por mil años en la gehena.


Glosario

Vykrolaka (mit. gr. y rumana): especie de vampiro nacido del alma de un muerto no bautizado. Vive de incógnito en ciudades y frecuenta los cementerios, donde devora cadáveres.
Speculum maleficorum: aterradora obra del fraile Allatius. Constaba de tres libros con maleficios, invocaciones y conjuros. El único ejemplar encontrado fue destruido por el comandante Segundo (Pedro Abella).
Heinrich Allatius (latinizado Enrico Alatio): monje dominico germánico (1252-1305). Doctor en Teología, fue excomulgado por sacrílego en la catedral de Worms el viernes santo de 1305, condenado a muerte y ejecutado el último día de ese año.
Heosphoros (gr.): la figura contrapuesta a la del Salvador. La soberbia y crueldad del Heosphoros son proverbiales.   


CUADERNO DE INSOMNIO - IX. LAS PESTES

IX. LAS PESTES

Los primeros días que siguieron a la "desaparición" voluntaria del Comandante, anduvimos cabizbajos y confusos. El invierno llegaba. La poca visibilidad aumentaría.Las condiciones climáticas nos serían aún más desfavorables.
La provisión de alimentos y medicamentos se volvería más complicada día a día.
Daniel Vizzini asumió el peso de la lucha en el frente central. 
Pedro Abella se hizo fuerte en el frente norte, aplastando el intento de avance hacia Villa Crespo. Pudimos parar la ofensiva mientras proseguía la infiltración de comandos en la retaguardia del Enemigo y se desplegaba una organización incipiente en las áreas ocupadas.
A toda máquina, Carlos Távola reagrupaba las Fuerzas Especiales de Infantería, en formaciones ligeras, apoyadas por milicianos.
El 19 de junio, el Comandante Segundo, poniéndose a la cabeza de las tropas del frente central, hizo retroceder hasta la altura de la Nueve de Julio a la columna principal de las Legiones, con el concurso de las FEI, milicianos, voluntarios y una compañía de Cazadores recientemente creada, conducida por Facundo D’Almeida.
Fue una batalla larga y cruel, que comenzó a las tres de la mañana, con el intento de coronar al Dictador Negro, en el templo de Bartolomé Mitre y Paraná y culminó cerca de las once de la noche del día siguiente.
La ciudad se iluminó. Por primera vez, la Resistencia utilizó, a escala reducida, lanzallamas, con resultados óptimos. Y por primera vez en tres meses, los embates de las fuerzas del mal cesaron, permaneciendo casi aletargados en sus posiciones.

El día siguiente, amaneció con lluvia, en una atmósfera húmeda, fría y gris.
El mediodía trajo el ocultamiento temprano del sol, lo que leímos como advertencia de un inminente ataque. Con la ciudad inmersa en la oscuridad, esperamos en condición de alerta roja durante toda la tarde. La temperatura descendió a -2 grados.
Anocheció sin novedades.
Cerca de la medianoche, los equipos de observación y rastreo -que no descansaron desde los inicios de la invasión- en sintonía con las redes de inteligencia y de contrainteligencia y las patrullas de milicianos, informaron sobre un fenómeno lumínico parecido a la aureola boreal.  Con fuerza creciente, un sonido desagradable se multiplicó por la urbe. Cubriendo un cielo despojado de estrellas y la violácea luna, miles de murciélagos en bandadas aletearon sobre los edificios y casas, atacando a los animales domésticos y a seres humanos, allí donde podían ingresar. La oleada duró unas largas cinco horas. No bien terminó, un descomunal aluvión de ratas negras se descargó sobre las calles, desde el sistema de alcantarillado y los ríos bajo la piel del pavimento.
El Comité de Salud Pública reportó centenares de asistidos con mordeduras a los que se vacunó en prevención de casos de rabia.

En el cuartel general, reunidos de urgencia por Daniel Vizzini, el Matemático desarrolló la hipótesis de la maniobra distractiva, que recibió más objeciones que concordancias. Jorge Gamarra y Santiago Vélez lo vieron como una nueva señal, interpretando que el mensaje implícito era que el cese de hostilidades no significaba una rendición del EnemigoHacer sentir la omnímoda y ubicua presencia del mal era, para ellos, la única lectura posible. Por su parte, Pedro Abella y el Trovador sostuvieron que el fenómeno ponía en marcha un elemento desconocido dentro de la guerra, al que no sabían darle un nombre, pero que intuían.
Las jornadas venideras les darían la razón.


La sombra de Dios, el Arconte, seguía allí, en el feudo de la Luna, agazapado entre nubes macilentas, observando a través del gran ojo ciego las consecuencias de su poderío, irradiando un invisible fluido eléctrico sobre las legiones y las cúpulas de los edificios.

Los casos iniciales se conocieron los primeros días de agosto, rodeados de una atmósfera sulfurosa y siniestras fluorescencias, mientras la temperatura ambiente seguía bajando y los insumos médicos se consumían sin reposición. Entre los siglos X y XIV se la conoció como “fuego de San Antón”, “fuego azul” o “fuego sagrado”. 
Se trataba de la enfermedad -peste ígnea- producida por el cornezuelo, un hongo que ataca a los cereales, cuyo síntoma más evidente es la sensación de quemazón en los miembros superiores e inferiores, por lo que la agonía de los infectados era insoportable. En la Edad Media diezmó gran parte de la población de Europa, provocando psicosis colectivas. Ave fénix, volvía para quedarse.
De inmediato, el Comité requirió la presencia del Comandante Segundo, quien concurrió acompañado por Mateo Soler y Daniel Mavied. Los registros de los centros de salud reportaban nuevos casos minuto a minuto. El organismo, un ente coordinador de esfuerzos estatales, públicos y privados, creado ad hoc, propuso una serie de medidas de urgente e irreversible aplicación. El Directorio aprobó el plan.
En menos de una hora, un cerco sanitario se levantó sobre los hospitales. Y sobre los cementerios. A fines de agosto, los casos denunciados superaban los diez mil.
A principios de octubre, cincuenta mil. La ciudad se transformó en un desierto de alucinados. 

La proximidad de un nuevo y tal vez último millennium dio lugar al florecimiento de una imaginería neomedieval. Renació la práctica de brujería. Comenzamos a tener indicios de fiestas paganas -los carnavales del Siervo (pervigilium veneris), del Loco y del Burro- al tiempo que se consagraba, nuevamente, la evocación de los muertos.
También volvieron las epilépticas danzas macabras, los oficios negros y el empleo de las llamadas plantas consoladoras -domaveneno, beleño, belladona, datura, dulce-amarga, mandrágora-, de probada eficacia hipnótica.
El miedo y la paranoia se instalaron cual moneda corriente. Los sospechosos de pertenecer al credo malo fueron perseguidos, sobre todo si eran mujeres.
La hinchazón constituyó signo de posesión, lo mismo que ciertas marcas en una piel muy blanca. El tiempo sin tiempo del mito no existía. 

El tiempo seguía su marcha, retrocediendo, regresando al lado oscuro del medioevo, a la caza de brujas, donde se exasperaban los hechos inscritos en la historia universal de la infamia: delaciones, exclusión, matanza de víctimas propiciatorias, casi siempre inocentes. Y allí volvíamos a encontrar a los "buenos cristianos" siempre dispuestos a encontrar chivos expiatorios. 
Pronto, el estado de cosas se asemejó a una caldera a punto del estallido.
Más y más presión cada día: la vigilia perpetua frente al Enemigo, la lucha frontal contra la peste ígnea, la persecución de los tribunales populares que se constituían espontánemente para juzgar a acusados de brujería, el problema del abastecimiento. De golpe, varios frentes que atender.
Así fue que centenares de milicianos fueron destinados al mantenimiento del orden, que hasta ese momento no ofrecía graves inconvenientes. Las tareas de inteligencia, en la prevención de crímenes contra las personas, distrajo energías que debían focalizarse en las maniobras del Adversario
¿Cuánto tiempo más se podía convivir con ese grado de horror exasperado, cercados por Legiones del Señor de la Sombras y al borde de una explosión de locura social?

Glosario

Oficios negros: rituales satánicos, de adoración del Diablo. Básicamente, la misa negra y el aquelarre.
Credo malo: el orígen del credo demoníaco viene del fondo de los tiempos. Sus antecedentes inmediatos se registran en el 334 a.c., introducido por tribus bárbaras del norte de Europa en Bretaña y en las Galias.