NO TAN LEJANO
Hoy, noche de primavera en la devastada ciudad
de Buenos Aires, vuelvo a abrir, a solas, en mi cuarto, el Cuaderno de Insomnio que
me entregara, hace ya tres años, Oscar de la Calle, el último de aquella tribu
de soñadores, visionarios y profetas que dieron en llamarse indistintamente Fratelli, Fratellanza y Fraternidad de la
Cruz, entre otras denominaciones.
Celebro el sosiego de estos días y el aire de
amor que acaece, luego de tanta oscuridad.
Victoria juega en el balcón, al que llegan, acariciantes,
las ramas del tilo. La calle está en calma y los únicos que la habitan son
los perros, mientras la brisa adelanta el verano.
Sin embargo, la luna tiene una luminosidad
distinta, extraña, inquietante.
Pareciera que la lectura del legado -advertencia
y memoria- de este hermano del alma, convocase aquellos ominosos poderes ya
extinguidos, trayendo hasta mí, el tiempo no tan lejano de la instauración del Rey de los Muertos y su Orden Negro.