Las gotas
de fluorescencia amarilla conducían hacia el cráter aún abierto en el Parque
Lezama. Trataba de refugiarse en el mundo subterráneo, el reino del sol apagado
y los humores viscosos.
No pudiendo vencer al Hombre Primordial,
intentaba regresar a su desierto y esperar otros mil años para tratar de
adueñarse del Mundo. Sin
embargo, las puertas del gehena estaban
selladas. ¿Dónde
iría ahora que el ejército de la noche
había sido vencido?
El 31 de diciembre, el Comandante Segundo, desde el cuartel de Villa Crespo, movió sus fuerzas, en lo que constituía el inicio de la segunda y definitiva etapa de la contraofensiva Vehículos ideados y construidos por el Matemático, debían detectar y barrer de uno de los túneles pluviales a los últimos demonios sobrevivientes. La red subyacente abarcaba, según el último dato disponible (1996), unos 7 km.
Las tres Cloacas Máximas habían sido despejadas,
al igual que los principales colectores, por la acción de las patrullas de zapadores y de los Consejos de Defensa Barriales. El tramo
en cuestión, de 4 kilómetros de longitud, tenía un diámetro de 7 metros y se
encontraba a 12 de profundidad. Partía de
Boedo y Chiclana y llegaba hasta Caseros y Tacuarí, próximo al recorrido del Aqueronte.
Unidades
de rastreo -vehículos anfibios portantes de sonar y radar y armados con
ametralladoras pesadas y lanzadores múltiples, iniciaron la búsqueda de los
últimos engendros. La tarea
de “barrido” duró todo el verano. El otoño
llegaría pronto y se repetiría el ciclo de acumulación de energía por parte del
Oscuro, creando las condiciones para
una nueva partenogénesis.
Carlos
Távola, por su lado, proseguía la búsqueda, sin interrupciones, con resultados
negativos. A dos
meses del equinoccio otoñal, el Directorio procedió a reemplazarlo. Jorge
Gamarra, ocuparía el lugar de un agotado Trovador.
A medida
que la irrupción del Oscuro iba
ganando terreno, la iluminación pública se iría apagando en forma inversamente
proporcional. Sólo
hospitales y asilos tenían el beneficio
de la energía eléctrica y en forma condicional. Los centros de rastreo
distribuidos en todas las zonas eran alimentados con equipos autónomos.
Hechos
que podría definir, sin titubear, de pasmosos, ocurrieron en esas
jornadas.
Luego de
una reunión plenaria en Villa Luro el 17 de febrero, el Directorio se dirigió a toda velocidad hacia el Centro Electrónico de Comunicaciones, a
fin de confirmar ciertas señales capturadas por el radar de Avenida de Mayo. Después
de cumplir con los requisitos del antiseguimiento, pudimos comprobar, al llegar
a la intersección de Juan B. Justo y Nazca, que un intensísimo resplandor se
acercaba a la camioneta que nos transportaba. Como una
tromba, la bola de luz se nos vino encima, inundó de fulgor el vehículo y
partió hacia el infinito. Emitiendo
destellos en esas profundas tinieblas que envolvían la metrópolis, percibimos con nitidez la presencia del Errante.
Cuando
arribamos al CEC, el Chino Araniya
informó que los rastreadores habían captado el portento, producido diez minutos
antes, a las 23.10.
Al alba, un astrofísico y un astrónomo convocados de urgencia, con el sustento de los datos registrados en la computadora central, confirmaron la idea de Daniel Mavied: una puerta se había abierto en el tiempo.
¡Por allí transitaba nuestro amigo Ezequiel Elías, El Errante, atravesando las edades, las civilizaciones y los azares de la Historia, sin conocer reposo desde que observara, impávido y ajeno, la crucifixión de Cristo!
La Providencia no le había deparado más que un peregrinar sin fin, circular, cíclico, incesante, penoso, signado por el Árbol de la Vida. Increíble ritornelo en la sinfonía que el Tremendo Compositor había concebido para un solista impar. Señor de sí mismo, se rehusaría, a lo largo de las centurias, a levantarse contra el Juez terrible instigado por el Soberbio. Sin queja, aceptaba la interminable expiación, hasta que el mismo Dictaminador volviese, clausurando los tiempos.
Despegando
del asombro, los esfuerzos se concentraron en hallar al Proscripto. Los
mejores guerreros de la Resistencia se abocaron al seguimiento. Sería,
tal vez, el último desvelo, antes de la plenitud entrevista por El Errante, una nueva Edad de Oro, donde no existiría dolor ni temores. Él
indicaría -una vez más- el itinerario a seguir, cuando a tres días de trascurrida
su aparición, una lluvia de
meteoritos trasladó la orientación de los rastreadores hacia las aguas del
Riachuelo. Precisamente
en la desembocadura de la Cloaca de 1890,
llamada así por el año de construcción, a la altura de Pompeya, se encontraba
el Arconte, ya mutado en larva.
Un
destemplado 5 de marzo de 2001, a las tres de la tarde, Mateo Soler, procedió,
por mandato del Comandante Segundo, a
la culminación del círculo, serie de
operaciones espirituales y simbólicas, de raíz cabalística y alquímica.
La
participación de los miembros sobrevivientes de la Fratellanza era imprescindible, bajo riesgo de que la Serpiente recobrase el ánima
debilitada.
El primer
paso consistió en la operatio naturae, elaboración
mental colectiva del mandala del Sacrificio. Con
Cristo en el centro mismo y en un segundo círculo, de adentro hacia afuera, los
maestros de vida Job y El Errante, el mandala contenía en un tercer anillo, a los cuatro evangelistas representados por un león, un toro, un águila y
un hombre. Más
alejados del centro, doce profetas y sucesivamente, doce soles místicos, doce
corazones en llamas y doce vasos sagrados, hasta completar siete círculos. El
siguiente momento, lo constituyó la disolutio,
el proceso la regresión del Maligno
al estado caótico original, previa inmersión en aqua ardens, obra ejecutada bajo la advocación de los cuatro
arcángeles, repitiendo la vieja sentencia:
Terra enius est
mater elementorum, de terra procedunt et ad terram revertuntur
la tierra es la madre de los elementos, de la
tierra procedes y a ella regresarás
Ahora
bien, cuando se obtuvo la total disgregación del tronco de la Bestia -compuesto informe de detritus
verdusco brillando en las penumbras- se procedió a destruir su cabeza de tres
rostros, arrancando cuernos y ojos y fundiendo las partes en el ignis innaturalis, etapa que recibe el nombre de calcinatio. A continuación,
se cumplió el descensus ad inferos,
fase paradojal por su lobreguez y trascendencia.
En estado
de unión mística, los Fratelli debíamos
bajar a las profundidades abisales, contemplando con la ayuda del gran poeta
Leopoldo, las tinieblas del Hades y la carencia sin fin de los condenados.
Descendiendo
en espiral en la nave Umbra Solis llegamos
al núcleo de la nocturnal travesía: el lago congelado del gehena, donde la
llama traslúcida y helada, fuente de ausencia y naúsea, impera. Una vez
que tocamos fondo, comenzamos la subida, para la que se debe saber perseverar.
Pocos instantes atrás, la situación se asemejaba a la del miércoles de ceniza, cuando se rinde cuentas ante sí mismo y ante
Dios. Oscuridad
mortal. Suspensión de la conciencia. Miedo a no-ser.
Al fin,
habiendo embarcado en el navío solar, llegó la ascensión, la iluminación
después de la oscuridad, la salida del sol después de las tinieblas. El
esplendor del Dios. ¡Bienaventurados aquellos que beben en el manantial de agua viva y
pueden contemplar la luz inextinguible del Amor, la Verdad y la Belleza!
No sólo
los Fratelli. La ciudad había experimentado un nuevo nacimiento.
El
círculo se había consumado. Y con él, la misión de la Hermandad.
Oscar de
la Calle † en el Año del Señor de 2001
Glosario
Arbol de la Vida: en sentido figurado, la cruz cristiana.
Tremendo Compositor, Juez Terrible, el Dictaminador: algunos de los nombres que los Fratelli le daban a Dios.
Operatio naturae (lat.): operación natural. Era la menos natural de las prácticas mentales dada la dificultad para ‘ajustar’ las distintas energéticas individuales en un haz.
Mandala (sáns.): círculo mágico. Es un dibujo de caracteres geométricos, compuestos por un círculo y un cuadrado a partir de un centro, probablemente de naturaleza onírica. Se utiliza en meditación. El Mandala del Sacrificio surge en condiciones especialísimas, luego de un período de penitencia y oración.Disolutio (lat.): disolución. Etapa que principia la destrucción definitiva del Mal. El Difamador naufraga, está a punto de ahogarse. Trata de apresar al Sol. El Caos lo envuelve. La disolución es la solución del eterno conflicto.
Aqua ardens (lat.): agua ardiente. Elemento derivado del estaño, metal emblemático de lo sublime y elevado.
Ignis innaturalis (lat.): fuego natural. Es una luz que no quema. Brota del corazón y se dirige a la inteligencia superior.
Calcinatio (lat.): calcinación. Etapa de purificación por el fuego.
Descensus ad inferos (lat.): descenso a los infiernos. Travesía nocturna por las aguas elementales. Regresión transitoria a lo indiferenciado y sin forma. Comporta una suerte de descomposición, es decir, de muerte. La emersión de estas aguas implica una regeneración, un ‘nuevo nacimiento’.
Umbra solis (lat.): sombra del sol. Aunque no es el sol sino su penumbra, no se concibe sin él. Traduce un estado pasajero de opacidad en camino hacia otro de transparencia.